Luis Alberto Romero
Alfredo Gándara
Andrade era presidente municipal de Poza Rica cuando el 2 de mayo de 2011, hace
tres años, Petróleos Mexicanos anunció la mayor inversión en obra pública para
ese municipio: 365 millones de pesos que servirían para construir un
distribuidor vial y solucionar, al menos en teoría, el problema de la movilidad
urbana en una cabecera donde circulan cada día unos 115 mil vehículos.
Ese día, el
subdirector de PEMEX Exploración y Producción, Región Norte, Juan Arturo
Hernández Carrera, y el gerente de Construcción y Mantenimiento, Salvador Quero
García, explicaron los detalles de esa obra, que es básicamente un segundo piso
sobre las principales arterias de Poza Rica: inicia en el bulevar González
Ortega, llega a la avenida Central Norte y finaliza en Ruiz Cortines para una
longitud total de 3.32 kilómetros.
El 22 de noviembre de ese año inició
la construcción, cuya conclusión estaba programada para diciembre de 2012, 13
meses para un proyecto que incluía drenaje pluvial, señalamientos y alumbrado.
Sin embargo, la obra registró diversos
atrasos: en febrero de 2012, la construcción se detuvo por problemas técnicos
que representaban una mayor inversión, 20 millones de pesos que no se habían
presupuestado.
Hace dos años, en julio, el grupo
Sigma, la empresa constructora responsable de esos trabajos, derribó 217
árboles del Paseo de la Burrita, uno de los pocos patrimonios ecológicos de
Poza Rica; luego echaron abajo otros 100 árboles en ese mismo lugar, que se
convirtió en una enorme plancha de concreto que complica aún más la vialidad,
el comercio y las condiciones de vida de la población.
Posteriormente, al iniciar el año
pasado, la obra fue paralizada en dos ocasiones más debido a problemas
presupuestales: Pemex no estimó correctamente los costos de esos trabajos y los
recursos, 365 millones de pesos, no fueron suficientes.
A la fecha, hay un atraso de 17 meses.
El problema es que la vialidad de Poza
Rica, lejos de resolverse, se ha complicado y la circulación resulta todavía
peor que antes: los tiempos de traslado se han duplicado y los problemas de
movilidad, también. La peor parte es la que lleva el comercio local porque las
ventas se han desplomado entre el 30 y el 50 por ciento, dependiendo del giro.
Empresas históricas, como los restaurantes “El Petrolero” y “El Chalet”,
optaron por cerrar sus puertas. El transporte público también resultó afectado.
Por si fuera poco, los trabajos
provocaron frecuentes cortes al suministro de agua entubada en diferentes
colonias, ocasionando otro problema social que tampoco fue contemplado por los
proyectistas.
En Poza Rica prevalece el caos, como
ha denunciado en reiteradas ocasiones el ex alcalde Luis Manuel Villegas
Salgado, porque esa millonaria obra no fue planeada en todas sus dimensiones.
Lo peor es que, de acuerdo con el regidor Francisco
Cázares Echeverría, existe el riesgo de que Pemex cancele los recursos, si la
obra no se concluye antes del 31 de agosto de este año, 20 meses después de lo
programado, lo que sería un desastre para Poza Rica, ya que la reactivación de
los recursos federales asignados a estos trabajos no tendrían un tiempo
definido, podría ser en meses o en años. Una lástima. @luisromero85, http://luisromero85.blogspot.mx/
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