Desde hace ya varios días se habla con insistencia de la
cantidad de personajes impresentables que se han inscrito como aspirantes del
Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) a las presidencias municipales de
Veracruz.
Con razón, muchos han criticado que Morena reciba
material reciclado de otros partidos; cascajo político en el instituto político
que encabeza Andrés Manuel López Obrador, aunque lo cierto que cualquiera puede
ir a las oficinas de ese partido y anotarse como aspirante, pues los estatutos lo
permiten, al igual que la convocatoria para este proceso, en la cual se
contempla la figura de candidaturas externas.
Sin embargo, de eso a que los aspirantes a la candidatura
de Morena hayan recibido una “invitación” del partido o de la dirigencia existe
una distancia enorme.
Ahí tiene el caso del empresario José Abella García, en
Córdoba; de Paco Escalera y Marcos Salas, en Xalapa; y de Rafael Acosta Croda
en Veracruz. El primero, con
denuncias en su contra por presuntas amenazas de muerte contra un destacado columnista
y con críticas a cuestas por haber disfrutado de un generoso trato durante la
administración duartista.
Paco Escalera, por su parte, es un priista de hueso
colorado que estuvo muchos años en Casa Veracruz, durante las etapas del
fidelato y del duartismo; sobre él se tejen todo tipo de historias, como la que
apunta a supuestos cobros por el paso al inmueble a políticos que buscaban audiencia con el entonces
gobernador. Incluso, se ha comentado que la administración de Casa Veracruz
vendía hasta las botellas de vinos y licores.
Marcos Salas es otro polémico empresario cuyo sueño
frustrado ha sido ser alcalde de Xalapa; y para ello ha buscado las
candidaturas del PAN, PRD, Movimiento Ciudadano… y por el partido que se
descuide.
Acosta Croda, ex panista, ha protagonizado célebres
escándalos, alcoholizado o no, con un léxico, digamos, florido y hasta soez.
Semanas antes vimos incluso a la hermana de Harry Grappa
circular una foto con López Obrador en una reciente visita del líder nacional
de Morena a Xalapa; así como a la ex
secretaria de Protección Civil durante el gobierno duartista, Yolanda Gutiérrez
Carlín, en primera fila en el evento.
El pasado fin de semana circuló que la ex presidenta
municipal de Xalapa, Elizabeth Morales García, se había inscrito como aspirante
a la alcaldía de esta capital por Morena, hecho que la propia ex diputada
federal salió a desmentir unas horas después.
Así las cosas, pareciera, sólo pareciera, que la
intención es incrustarle a Morena a candidatos quemados, reciclados, figuras
impresentables, como una estrategia perversa para endosarle descrédito público,
aprovechando esta debilidad en sus estatutos y en su convocatoria.
Lo cierto es que es muy poco probable que alguno de ellos
se convierta en candidato de esa creciente fuerza política.
En torno a esos “aspirantes”, se tejen comentarios en el
sentido de que éstos y otros personajes han buscado un acercamiento con el
partido de López Obrador, para ofrecerse como posibles cartas; a cambio, se
dice, les han prometido que si no se convierten en abanderados en el presente
proceso, serán tomados en cuenta para futuras contiendas. Según estas
versiones, Morena estaría jugando su juego: generar la percepción de que por
ser una franquicia ganadora, cualquier político busca ese cobijo.
A propósito, AMLO estuvo en Veracruz, donde fue abordado
por la prensa local; para no variar, el líder partidista perdió los estribos y
sacó a relucir lo más radical de su personalidad cuando ante los
cuestionamientos sobre la postulación de ex militantes de otros partidos,
denostó a los reporteros locales, de quienes dijo que estaban “maiceados” por
Yunes.
Al respecto, habría que preguntar si cualquiera,
sin importar su pasado, se cubre con un manto de honestidad por el simple hecho
de ser postulado por el partido de Andrés Manuel.