Luis
Alberto Romero
La
desatención gubernamental a la región del Totonacapan no es un asunto nuevo;
durante décadas, los indígenas han sido ignorados y excluidos de las políticas
públicas en este país.
Esa
zona es casi invisible porque la atención de las diferentes instancias de
gobierno se concentra en Papantla, por ser el punto más grande y más poblado,
pero no toma en cuenta lo que ocurre en municipios como Coyutla, Zozocolco y
Coxquihui, donde 9 de cada 10 personas son pobres; Filomeno Mata y Coahuitlán, donde
la pobreza supera el 92 por ciento; y Mecatlán, que tiene al 93 por ciento de su
gente en esa condición.
La
sierra que tiene límites territoriales con el estado de Puebla está olvidada;
las vías de comunicación, en el abandono; y los pequeños caciques y grupos de
poder hacen lo que se les antoja; basta recordar el caso de Coxquihui, donde
una banda que se conoce como “Los Pelones” amedrenta a la población.
Quienes
habitan en esa conflictiva zona viven, padecen y conocen perfectamente el
significado de las palabras inseguridad, marginación y exclusión social.
Hace
unos días, Alejandra Jiménez Ramírez, integrante de la Red Unidos por los
Derechos Humanos, alertó sobre el incremento en la trata de mujeres en el
Totonacapan, donde afirma que también han aumentado los casos de feminicidio en
la última década.
La
denuncia de la activista en cuanto a la trata, la red de prostitución y la
violencia de género no debe quedar en la tinta y el papel; por otro lado, la
información que surge del trabajo del reportero Francisco de Luna, de Capital
Veracruz, debe ser un llamado de atención para las autoridades, a fin de que
los problemas de estos sectores de la población, generalmente olvidados, sean
atendidos y resueltos.
Lamentablemente, las
autoridades se acuerdan mucho del Totonacapan en el contexto de la Cumbre
Tajín, pero muy poco atienden los problemas de pobreza, rezago, marginación,
exclusión social y violencia. @luisromero85