Luis Alberto Romero
En Veracruz, el ambiente es de preocupación y miedo ante el incremento
de los índices delictivos. No hay región en el estado en la que la población esté
tranquila; los homicidios y secuestros son noticias comunes en los medios y
redes sociales.
En Martínez de la Torre, por citar un ejemplo, las narraciones sobre
hechos violentos son escalofriantes y se observa una creciente tensión social
como consecuencia de los frecuentes asesinatos.
Hablo con reporteros locales, a quienes pregunto sobre el asunto de la
inseguridad en la zona; señalan que a diferencia de años anteriores, cuando las
víctimas eran fuertes empresarios, o los propios delincuentes en luchas
registradas entre bandas rivales, hoy los ataques van también contra
integrantes de grupos sociales de condición económica más bien modesta; en ese
contexto ubican a los recientes asesinatos contra dos enfermeras de la zona; o
el homicidio perpetrado contra un pequeño productor citrícola de la zona
limítrofe entre ese municipio y San Rafael. Son historias de terror cuyos
detalles no son necesarios; basta decir que por la violencia extrema sobrepasan
cualquier narración de ficción.
Ese ambiente de preocupación, de temor e inseguridad, es reflejo de la
realidad de violencia que se observa en la entidad. La percepción social, en
este caso, es alentada por una ola delictiva que se proyecta en la estadística
oficial.
El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública dio
a conocer las estadísticas delictivas de marzo del presente año, que indican
que la actividad delincuencial en Veracruz se ha disparado: el número total de
ilícitos pasó de 3 mil 837, en febrero, a más de 5 mil en el mes siguiente.
Los robos también aumentaron, al igual que los casos de abigeato,
lesiones y delitos patrimoniales.
El homicidio doloso y la privación ilegal de la libertad, que son los
que más preocupación general y los que más fortalecen la percepción de
inseguridad entre la población, también registraron un alza considerable.
Durante enero y febrero, de acuerdo con la información que maneja la
Fiscalía estatal, se cometieron en Veracruz 102 y 109 homicidios dolosos,
respectivamente; esa cifra se disparó de forma considerable en el tercer mes
del año, cuando los números oficiales consignaron 161 casos; es decir, casi 55
por ciento más.
Lo mismo ocurrió en la casilla de las lesiones dolosas: de 307
registradas durante febrero del presente año se pasó a 423; el aumento en ese
delito estuvo cerca del 40 por ciento.
Si durante enero y febrero se cometieron en Veracruz 15 y 13
secuestros, respectivamente, en marzo la situación con relación a ese ilícito
se complicó aún más: 18 personas fueron privadas de su libertad, lo cual
implica un incremento de casi 40 por ciento.
En total, el saldo del primer trimestre del año es de 372 homicidios
dolosos y 46 secuestros.
Si a esa cifra sumamos los datos que corresponden al último mes de
2016, el primero de la administración de Miguel Ángel Yunes Linares, el saldo
en los cuatro meses iniciales del presente gobierno estatal veracruzano es de
504 asesinatos dolosos y 63 secuestros; esto es, más de cuatro homicidios
dolosos cada día; y un caso de privación ilegal de la libertad cada dos días.
Es, el de la inseguridad,
un verdadero drama que enfrenta la sociedad veracruzana. @luisromero85
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