Luis
Alberto Romero
El ex
gobernador Javier Duarte de Ochoa comprobó que nadie puede huir por siempre. Fue
capturado en Guatemala con fines de extradición a México, donde se le busca
desde el 18 de octubre del año pasado, cuando un juez federal giró una orden de
aprehensión contra el ex mandatario veracruzano por su probable responsabilidad
en los delitos de lavado de dinero, defraudación fiscal y delincuencia
organizada.
En los
últimos doce meses, al caso Duarte se le fueron sumando cada vez más aristas,
desde los señalamientos por irregularidades administrativas y desvíos de
recursos hasta las acusaciones por enriquecimiento ilícito. Sin embargo, fue en
el último semestre cuando el barco del duartismo terminó por hundirse; una vez
que fue girada la orden de aprehensión, la Procuraduría General de la República
lo ubicó en la lista de los más buscados, en tanto que la Interpol emitió la
ficha roja para que el ex gobernador fuera localizado en 190 países.
En el más
reciente capítulo de esta historia, Javier Duarte fue detenido en Guatemala por
la Policía Nacional Civil; a partir de la fecha de su captura, el gobierno
mexicano tendrá dos meses para presentar la solicitud de extradición.
Por otro
lado, con Javier Duarte en la cárcel termina una página negra del libro
veracruzano, misma que se caracterizó no sólo por la corrupción en el gobierno,
sino también por el rezago de una entidad que por años fue sinónimo de buenos
números en cuanto al desarrollo: Veracruz, en el sexenio de Duarte de Ochoa,
pasó de un crecimiento de 6 por ciento en 2006, a 4 por ciento en 2012 y de ahí
a -2 por ciento en el primer semestre de 2016. El desempleo aumentó de 3.5 a 5
por ciento en cinco años. La deuda pública pasó de casi 20 mil millones a más
de 80 mil millones de pesos. La inseguridad y la violencia (asesinato doloso y
secuestro) también registraron un incremento considerable, al igual que el
gasto del gobierno, que pasó de 80 mil millones de pesos a más de 100 mil millones
anuales. Ese es, en términos generales, el saldo del duartismo en la entidad
veracruzana.
Acaba
también, al parecer, una etapa en la que la corrupción y la compraventa de voluntades
marcaron el destino de la vida política estatal. Terminaron los días en que la
conciencia de los adversarios políticos era comprada o puesta a subasta, al
igual que los votos y los apoyos de legisladores en el Congreso local.
Convertido
en la personificación de la corrupción de la clase gobernante del país, Duarte
de Ochoa se volvió tema recurrente en los medios informativos nacionales e
internacionales; de igual forma, discurso, argumento y bandera política de
quienes, como el actual gobernador de Veracruz, hicieron del combate a la
corrupción una de las principales propuestas de campaña. Como ejemplo tenemos
el mensaje emitido por Miguel Ángel Yunes Linares, quien sobre la aprehensión
del ex ejecutivo estatal apuntó: “Pasé 13 años de mi vida documentando cómo fue
saqueado el pueblo de Veracruz. Hoy, la detención de Duarte es apenas el inicio
para hacer justicia”.
En
reacción a dichas palabras, el senador y ex candidato al gobierno veracruzano,
Héctor Yunes Landa, expuso: “que Miguel Ángel no se cuelgue medallas ajenas,
Duarte está en la cárcel por la PGR”.
Lo cierto
es que atrás quedaron los días en que toda la clase política alineada con
Duarte hubiera dado cualquier cosa por estar a un lado del hoy ex mandatario en
desgracia. Frases como “factor de unidad” y “Duarte es mi jefe político”,
pronunciadas por los dos senadores priistas veracruzanos, pasarán al
anecdotario político estatal.
Hoy, luego
de la captura, todos los partidos, incluido el Revolucionario Institucional,
exigen justicia; sin embargo, muchos de los actores que en este momento piden
“todo el peso de la ley” contra Duarte de Ochoa hasta hace un año hacían
genuflexiones ante la fotografía del gobernador en turno; incluso, muchos
empresarios que fueron beneficiados con dinero público y contratos
gubernamentales hoy se dicen avergonzados de esa administración.
Finalmente, con
Javier Duarte preso, hoy comienza la verdadera pesadilla para al menos una
docena de ex colaboradores de la anterior administración, algunos de ellos con
fuero, que han sido señalados por haber participado en actos de corrupción y
saqueo. @luisromero85
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