Luis Alberto Romero
Luego del anuncio sobre la llegada de la Gendarmería
Nacional a Veracruz, y en medio de la visita del presidente Enrique Peña Nieto
a Tuxpan, zona norte de la entidad, los niveles de la violencia registraron un
repunte alarmante.
Los recientes hechos que se desarrollaron en la zona
Veracruz-Boca del Río encendieron los focos de alarma.
En tierras veracruzanas, el secretario de Gobernación,
Miguel Ángel Osorio Chong, inauguraba un operativo de seguridad que incluye la
presencia de la Gendarmería en la zona Córdoba, Orizaba, Cuitláhuac, Yanga,
Omealca, Río Blanco, Ciudad Mendoza, Ixtaczoquitlán y Nogales, cuando la
violencia se desató de forma impresionante.
El mismo día en que Osorio Chong señalaba que las
autoridades tienen “identificados a los criminales, tenemos claro quiénes son,
vamos por ellos, sabemos a qué intereses representan…”, en la zona conurbada
del puerto un enfrentamiento quitó la tranquilidad a los habitantes del
fraccionamiento Villa Rica, con un saldo de dos personas muertas.
Más tarde, el hallazgo de once cuerpos, nueve hombres y
dos mujeres, fue nota nacional. Los cuerpos de las víctimas estaban atados de
pies y manos; presentaban huellas de violencia, así como heridas de bala.
Ese reciente caso, por cierto, llamó a recordar,
guardadas las proporciones, lo ocurrido en Boca del Río en septiembre de 2011,
a pocos meses de la llegada de Javier Duarte a la gubernatura del estado,
cuando en el bulevar Adolfo Ruiz Cortines, frente a Plaza Américas, fueron
hallados los cuerpos de 35 personas.
Después de los hechos del pasado martes, y en medio de
las críticas por ese baño de sangre, el gobernador Miguel Ángel Yunes Linares
rechazó las versiones que consignaron algunos medios de información, que
hablaban de un reto al estado, de una advertencia y de una declaración de
guerra por parte del crimen. Dijo el ejecutivo veracruzano que se trató de “una
lucha entre bandas de delincuentes organizados. Como lo dice el propio cartel
que dejaron, se trata de una guerra entre ellos mismos”.
De igual forma, el gobernador de la entidad calificó los
hechos como un acto de barbarie “que impacta a todos los veracruzanos y que
preocupa al gobierno…”
Ese mismo día, el martes 28 de febrero, en Pánuco, zona
limítrofe con Tamaulipas, se produjo otro enfrentamiento violento, mismo que
dejó un saldo de una persona muerta y dos heridas; en otro caso, la misma
jornada de violencia y muerte llegó al municipio de Tihuatlán, también en la
zona norte, donde el cuerpo de un hombre fue localizado en la comunidad El
Águila; la víctima presentó lo que se conoce como el tiro de gracia, un balazo en la cabeza.
Un día después de esos hechos, el miércoles 1 de marzo,
en el puerto de Veracruz fue asesinado a balazos un motociclista; en Álamo, un
joven corrió con la misma suerte muy cerca de la comunidad Raudal Nuevo. Por
otro lado, en el municipio de Castillo de Teayo se registró otra muerte
violenta.
Y no fue todo: el jueves fue hallado el cuerpo de otra
persona ejecutada a balazos en el municipio de La Perla; en tanto que ese mismo
día, mientras el presidente Peña Nieto visitaba el puerto de Tuxpan, fue
encontrado el cuerpo de una persona dentro de una maleta, en el municipio de
Notales; en otro hecho, en Coatzacoalcos, sur de la entidad, un hombre fue
ultimado a balazos.
Así las cosas, podríamos decir que la tranquilidad de los
veracruzanos se ha perdido y por ello fue necesaria la presencia de la
Gendarmería Nacional en la entidad. Incluso, el gobernador Miguel Ángel Yunes
fue enfático al reconocer que el tema de la inseguridad es un problema que se
ha complicado. No es para menos porque hay un incremento de 122 por ciento en
los índices de homicidio.
Pues bien, en ese contexto de inseguridad y violencia se
produjo la visita del presidente Enrique Peña Nieto a tierras veracruzanas,
donde el ejecutivo federal inauguró las obras en el nuevo puerto de Tuxpan, que
fue ampliado y modernizado.
Ahí, Peña Nieto se refirió al problema de Veracruz en esa
materia y dijo, dirigiéndose al gobernador del estado, que en el gobierno
federal tendrá un aliado en esa tarea.
Habría que destacar, para finalizar, que el
problema de la inseguridad en la entidad no se deriva de un tema de
ineficiencia de las áreas responsables de la seguridad pública en el estado; se
trata de una inercia que comenzó hace más de diez años, por la permisividad de
los gobiernos estatales (hay quien habla también de complicidad) que dejaron que la violencia creciera de
forma alarmante hasta desbordarse. @luisromero85
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