Luis Alberto Romero
Del incumplimiento de compromisos y acuerdos a las
diferencias en los proyectos y rumbos; lo cierto es que la fortaleza de la
unidad entre los senadores priístas veracruzanos, José Francisco Yunes Zorrilla
y Héctor Yunes Landa, parece diluirse.
El anuncio de la alianza de los ocho años, que involucraba a
los dos senadores, quedó en el pasado. También es evidente el viraje en sus
respectivas estrategias políticas. Héctor asumió una actitud cauta y precavida,
más característica de su homólogo peroteño, quien, por su parte, se posicionó a
la ofensiva con un discurso que rompía con el gobernador veracruzano.
De la abrupta salida de la sesión extraordinaria del consejo
político estatal del PRI al Héctor no es
mi vocero, José Francisco Yunes marcó distancia no sólo del ejecutivo del
estado, sino también de su antiguo aliado.
Este fin de semana, Yunes Zorrilla se reunió con un grupo de
amigos de la política y de los medios, a quienes reveló su intención de buscar
la candidatura al gobierno de la entidad para el siguiente periodo, el de dos
años; de inmediato, aclaró que no se trata de un destape, aunque con seguridad,
cada palabra pronunciada por el senador estuvo perfectamente calculada.
Yunes Landa, por su parte, optó por la prudencia y todo
indica que tiene nuevos aliados; en ese contexto se ubican los recientes
nombramientos de tres de sus colaboradores en diferentes áreas del gobierno del
estado. Por cierto, en los círculos políticos se habla de que el legislativo
podría retomar el tema de la minigubernatura
para que el próximo periodo tenga una duración de cinco, y no de dos años.
Hasta hoy, sin
embargo, todo entra en el terreno de la especulación y, en ese sentido, habrá
que conocer la versión de Héctor Yunes sobre esta recomposición y,
particularmente, sobre sus alianzas y nuevas coincidencias políticas.
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